Todos tenemos recuerdos entrañables relacionados con los belenes de nuestra infancia, pero quizás uno de los más recurrentes es el relativo al agua. Esa agua que se hacía con el papel de plata del chocolate. Ese rio con su puente, sobre el que se colocaba en muchas ocasiones a los Reyes Magos en su camino al portal de Belén. O el lago sobre el que siempre nadaban una pata con sus patitos.
Además, las figuras relacionadas con el agua son también muy diversas, lavanderas en todas las posturas posibles, aguadores, mujeres con cantaros, animalitos…
Quizás por ello una de las cosas que más ilusión hace a los pequeños, pero también a los más mayores, es ver un belén con agua real.
La tecnología actual, ha dado paso hoy en día, a la posibilidad de contar en todos los belenes, con agua corriente. Un toque de realismo que aportan un rio de verdad, una fuente con su caño del que sale agua, un lago… incluso cascadas como en el Belén de la Real Casa de Correos (Puerta del Sol, Madrid).
Este belén, uno de los más sorprendentes de los últimos años, tiene como elemento predominante al agua, que simboliza la vida, la esperanza, el futuro y la regeneración. Se compone de un estanque con tres islas emergentes que representan los tres continentes conocidos en aquella época y por las que fluyen ríos y cascadas.